Artículo SAE: Desarrollo de las habilidades blandas, motor de la vida emocional
Mucho hemos escuchado alrededor de las habilidades blandas, que han cobrado gran importancia en el siglo XXI, elementos fundamentales en el desempeño laboral así como en la vida escolar, familiar y social, que si no están bien cimentadas muy difícilmente será el establecer vínculos tranquilos, que se fortalecen en los primeros años de vida y en la familia y que deben visualizarse en los colegios y universidades.
Para la reflexión en este artículo quisiera resaltar que estas habilidades se empiezan a desarrollar desde temprana edad desde el hogar, siendo también el colegio, el escenario que aporta de manera significativa a este desarrollo.
Para empezar, quisiera definir qué se entiende por habilidades blandas para que tengamos todos el mismo concepto y comprensión. Las habilidades blandas se definen como aquellas competencias que tenemos los seres humanos que nos permiten relacionarnos, comunicarnos, vincularnos, expresar nuestras emociones, tomar decisiones, y resolver las situaciones de la vida cotidiana, entre otros, de manera asertiva, tranquila, y que nos permiten vivir la vida de una forma más tranquila.
Teniendo en cuenta lo anterior y retomando que en la familia y con apoyo del colegio las vamos estimulando y enriqueciendo, se hace necesario que fijemos primero nuestra mirada en nosotros mismos como padres, educadores y acompañantes de vida y no centrar nuestra atención en el afuera, en los niños y en los adolescentes. Ellos no necesitan padres o madres, o maestros perfectos, necesitan seres humanos que, reconociendo las necesidades de hijos y estudiantes respectivamente, pongan a su servicio los recursos emocionales.
Los invito entonces, para que generemos espacios de reflexión personal alrededor de preguntas como: ¿Soy de los que ante la adversidad reacciono sin control?, ¿Me cuesta trabajo comunicar mis necesidades e intereses?, ¿Establezco vínculos cercanos o distantes con las personas que están a mi alrededor?, ¿Le doy mayor importancia a los aparatos electrónicos, tv, que a las comunicaciones del corazón con mi familia?, ¿Tomo mis propias decisiones o dejo a la deriva para que agentes externos a mí las tomen por mí?...
Seguramente tendríamos muchas otras reflexiones para hacer, pero es importante que día a día, independientemente de las ocupaciones que tengamos, de las situaciones que nos rodeen, podamos regalarnos tiempo para nosotros mismos, para hacer altos en el camino y cómo diría San Ignacio para hacer nuestras pausas Ignacianas.
Esto nos permitirá ir desarrollando tanto en nosotros como en los niños y adolescentes, estas habilidades blandas que tanta importancia tienen en este momento y que ellos necesitan trabajar, desarrollar y apropiar.
En definitiva, trabajar para ser la mejor versión de nosotros mismos.
Olga Lucía Uribe N.
Psicóloga Ciclo I
Servicio de Asesoría Escolar